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Rafael Echeverría nos desafía ¿es la vida la que no tiene sentido o somos nosotros los que hemos perdido la capacidad de atribuírselo?

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Rafael Echeverría nos desafía ¿es la vida la que no tiene sentido o somos nosotros los que hemos perdido la capacidad de atribuírselo?

La obra de Echeverría da sustento a la propuesta base de la formación y certificación de coaches ontológicos a nivel mundial y, en estos tiempos de replanteamiento sobre cómo se desarrolla y se configura la vida del ser humano, quisiéramos compartir un extracto de la mirada de Rafael Echeverría en cuanto a este tema, que fue consignado por el Blog español Eitb.eus.

En sus múltiples conferencias Rafael Echeverría ha planteado que a veces ni siquiera somos conscientes de que es posible una vida mejor, una vida distinta. Y ante esto cabe hacerse una pregunta: ¿es la vida la que no tiene sentido o somos nosotros los que hemos perdido la capacidad de atribuírselo? Ante esta pregunta hay dos posibles respuestas: 1) No tiene sentido, y entonces no se hace nada, se da paso a la resignación; 2) Sí lo tiene, y entonces tenemos que enfrentar el desafío de dónde buscarlo. Él se remite a uno de los grandes filósofos de los que somos herederos, Sócrates. Cuando trató de dar respuesta a dicho desafío vio que había dos caminos. Uno que ya había sido insinuado por Parménides, y muy criticado por sus sucesores, al hablar de un ser fijo inmutable, eterno y único, lo que implica que el cambio es una ilusión. El segundo camino, que será el que él siga, era el planteado por  Heráclito al señalar que todo es transformación, todo sigue un proceso de constante devenir, el ser no es sino una ilusión, y donde adquiere gran importancia el logos, la palabra, el  lenguaje.

Para salir de la crisis de sentido tenemos que recorrer de nuevo el camino y revisar nuestras respuestas. Nuestro sentido común es profundamente metafísico ya que en los momentos de crisis apela a ese ser fijo e inmutable que propuso Parménides. Si la transformación es tan importante debemos reconocer que el elemento clave que está detrás es la acción. La acción es la clave diferente de la metafísica de la que somos esclavos.

En la segunda mitad del siglo XX emerge en las universidades de Cambridge y Oxford la Filosofía del Lenguaje. Esta propone que lo más importante que hace el lenguaje es la actividad transformadora. Cuando digo algo hago que ciertas cosas cambien, transformo la realidad. El lenguaje genera nuevas realidades, construye identidades, relaciones, compromisos, empresas, emprendimientos, promesas mutuas, etc. Nietzsche decía que a la hora de pensar en el matrimonio la pregunta a hacerse es… cómo vamos a conversar cuando seamos viejitos… El lenguaje genera nuestro futuro. Las conversaciones de hoy determinan el mañana. Nuestro mundo es un mundo impregnado por el poder transformador de la palabra.

Es posible vivir distinto, vivir mejor y eso supone un desafío en dos direcciones: 1) Aprender, transformándose uno mismo, asumiendo que dejar de aprender es estancar nuestra vida; 2) Emprender, que supone asumir el desafío de dejar obras, de cambiar el mundo, de comprometerse con él.

Consagrando sus más de tres décadas de trayectoria y su aporte al coaching a nivel mundial, el sociólogo y filósofo chileno Rafael Echeverría, creador del término “ontología del lenguaje”, -que se refiere a la naturaleza del ser humano como ser intrínsecamente lingüístico-, recibió a fines de febrero de 2020 el Premio Honorífico en la VII versión de Expocoaching 2020, uno de los eventos internacionales de mayor relevancia en Europa, y que reúne a importantes conferencistas y expositores para mostrar las principales tendencias sobre desarrollo humano, bienestar, liderazgo, transformación y coaching.

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Valentina Oyaneder

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