Esta técnica terapéutica está recomendada para personas y grupos de cualquier edad y cuando se aplica en pacientes con trastornos emocionales, se debe tomar la precaución de que un profesional del área de la psicología o psiquiatría integre el equipo facilitador.
A nivel organizacional desarrolla la autoestima, ya que genera instancias en las que los integrantes del grupo se sienten respetados, escuchados y legitimados por los otros.
Y a nivel individual les permite asimismo explorar sus limitaciones y conectarse con sus fortalezas, para equilibrar los variados roles del día a día.
En contextos terapéuticos personales, propicia que los pacientes logren desprenderse de emociones tóxicas que los inmovilizan, potencia su autoestima, permite cultivar el sentido de trascendencia y que encuentren en sí mismos la energía sanadora, entre otros.